Blog que trata acerca de la manera en que los cristianos deberían incursionar y abordar los Negocios

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sábado, 5 de octubre de 2019

Capitulo 4. Reglas del Reino para los negocios

LIBRO: LOS NEGOCIOS SEGÚN EL MODELO BÍBLICO



Capitulo 4.   Reglas del Reino para los negocios


“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejos de malos… sino que en la ley de Dios está su delicia… será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará” (Salmos 1: 1-3).



La Biblia en muchos casos no trae, instrucciones o consejos directos sobre negocios, sino principios y criterios sobre los cuales fundamentarlos. 

A continuación, se presentan las reglas del Reino de Dios para los negocios.


4.1. Regla 1. Negociad entre tanto que vengo (Lucas 19: 13)

Cristo dice: “Negociad entre tanto que vengo. (Lucas 19: 13).

“Quizás pasen apenas unos pocos años hasta que termine la historia de nuestra vida, pero debemos negociar hasta entonces”. (Ellen G. White)



Una de las razones por la que los cristianos tienen tan poca influencia en el mundo de hoy, es que han desligado los negocios de la religión, y han asumido la actitud de que los negocios son malos, y que solo la religión es lo bueno, cuando en realidad, tanto los negocios como la religión hacen parte de la vida del cristiano. La religión se debe entretejer en los negocios para que estos sean éticos y los negocios deben seguir a la religión para que esta llegue a las personas en bienes y servicios provistos por personas moral y espiritualmente correctas; por ello es que abundan los productos dañinos, pues los negocios fueron tomados por personas sin escrúpulos y los cristianos han abandonado su deber de proveer servicios para un mundo que está en decadencia. La gente debe tener la esperanza que Jesús nos salva, pero también necesita ver bienes y servicios producidos por personas que viven imbuidos de Él, y que quieren su bienestar, de esta manera serán atraídos a Jesús. Esta es una de las claves princi-pales para atraer: “Jesús trataba con las personas como quien quería hacerles el bien… luego les decía sígueme” (White, 1905).

  
Hacer el bien a las personas o a grandes conglomerados sociales, implica proveerles bienes y servicios impregnados de criterios éticos, es lo que el mundo llama hoy comercio justo, responsabilidad social empresarial y negocios amigables con el ambiente. Sin duda, los cris-tianos hemos abandonado el deber de hacer negocios permeados por los principios del Reino, hemos dejado la sociedad a merced de gente sin valores para que produzcan los alimentos, los libros, las diversiones, el cine, la ropa que consumen nuestras familias,; todo esto lo he-mos dejado en manos de los incrédulos y Dios sigue siendo excluidos de nuestros hogares, porque los cristianos tenemos miedo a los negocios, temor a producir bienes y servicios para el mundo, porque pensamos que eso riñe con los intereses del Reino de Dios.


El Reino de Dios necesita insertarse en nuestros negocios y en nuestros sistemas productivos de modo tal que cuando hagamos lo cotidiano no estemos haciendo otra cosa que trabajar para el Reino. 


¿Quiénes están produciendo los libros que leen nuestros niños?, escritoras paganas como Joanne Kathleen Rowling, que escribió Harry Potter (niño mago), o Dan Brown que escribió El Código Da Vinci, libro fantasioso y sugestivamente pagano. ¿Quién prepara las comidas que consumimos?, ¿quién diseña nuestra ropa e impone las modas?, ¿quién hace los produc-tos que consumimos nosotros?, ¿quiénes están haciendo los videos juegos que nuestros niños ven a diario? No podemos renunciar a los negocios, debemos ser cabeza y no cola; el mayor campo de influencia para llevar gente al Reino de Dios son los negocios. 

La escritora Ellen White se cuenta entre los defensores de la tesis, según la cual los negocios no son malos para un cristiano. Ella escribió: 

La biblia no condena al rico por el hecho de ser rico, tampoco declara que la adquisición de riquezas sea un pecado, ni dice que el dinero es la raíz de todo mal. Todo lo contrario, la escri-tura declaran que Dios es el que da el poder para conseguir las riquezas. Esta habilidad es un talento precioso si se lo consagra a Dios y se lo emplea para promover su causa (…) las escri-turas enseñan que la riqueza es una posesión peligrosa únicamente cuando se hace competir con el tesoro inmortal (…) la palabra de Dios denuncia el amor al dinero como raíz de todos los males. El dinero en sí mismo es un don de Dios al hombre, para que este lo utilice con fidelidad en su servicio. Dios bendijo a Abraham, y lo enriqueció con ganado, plata y oro. Y la biblia declara del favor divino, que Dios dio a David, Salomón, Josafat y Ezequías muchas riquezas y honor (…) tal como ocurre con los otros dones de Dios, la posesión de riquezas produce un aumento de responsabilidad y tiene sus tentaciones peculiares. ¿Cuántos hay que en la adversidad han permanecido fieles a Dios, pero que han caído bajo las deslumbrantes seducciones de la prosperidad?


La primera regla del Reino de Dios es “negociad entre tanto que vengo”, es la mayor ins-trucción de Jesús, en el cual se evidencia la mezcla perfecta entre los negocios del Reino de Dios y los negocios de este mundo; la aplicación de las palabras de Cristo pueden ser usadas tanto para explicar negocios desde el punto de vista de este mundo, como también los nego-cios de la salvación, relativos a establecer el Reino de Dios en todo el Universo.  


4.2. Regla 2. La prioridad. Los negocios eternos son primero que los negocios temporales



“Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia y lo demás será añadido” (San Mateo 6: 33)


La prioridad se refiere a aquello (personas, cosa o asunto) que se considera más importante con respecto a otro. También alude a la ventaja o preferencia que una persona, asunto o cosa tiene sobre otra. La prioridad en los negocios implica que hay que darle el primer lugar a los intereses del Reino de Dios. Esto tiene conexión con el primer mandamiento, no tendrás dioses delante de mí, quiere decir, que antes de Dios no debe haber preeminencia de nadie más, la única atención que es principal es la que se dedica al Reino de Dios; delante de Él no debe ponerse nada que ocupe su lugar, pues Dios es celoso, Dios pide exclusividad en el primer lugar (Éxodo 20: 5. La Biblia de los Hispanos, ver además, Isaías 42: 8. La Biblia de las Américas). 


¿Para qué pide Dios el primer lugar? Para que el ser humano dé lo mejor de sí, porque Dios da lo mejor para nosotros: “Sed pues perfecto como vuestro padre que está en los cielos es perfecto” (San Mateo 5: 48. Reina Valera Gómez). 


Dios no se queda con nada, pide que le honren con el primer lugar pero también promete honrar a quienes lo hagan (1 Samuel 2: 30), además dice que pondrá a quienes le siguen en primer lugar; así reseña el texto bíblico: “Y te pondrá el Señor por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo; cuando escuchares a los mandamientos del Señor tu Dios, que yo te mando hoy, para que los guardes y cumplas” (Deuteronomio 28: 13, Biblia Jubileo 2000)




4.3. Regla 3. La renuncia 


“Cualquiera que no renuncia a todo lo que posee no puede ser mi discípulo” (San Lucas 14: 33)



A partir de las afirmaciones de Jesús podemos inferir que los cristianos estamos llamados a hacer negocios (regla 1), sin embargo, esto debe ser compatible con otra regla del Reino —la renuncia— que dice que cualquier cosa que estorbe la entrada al Reino eterno debe ser neu-tralizada, puesta en segundo lugar o eliminada. 


Por ello cualquier cosa (no solo los negocios) de nuestra cotidianidad tales como: aficiones, placeres, gustos, comidas preferidas, juegos y demás, si son un estorbo para el Reino, debe-mos encontrar una manera de eliminarlas, neutralizar sus efectos o quitarles el predominio en nuestras vidas, desprendernos si fuere el caso. Ello explica las palabras de Jesús en San Mateo 5: 19: “Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo y tíralo; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno” (La Nueva Biblia de los Hispano© 2005, Lockman). Obviamente no hay registro de que alguien se haya arrancado un ojo, porque lo que se significa aquí es la acción de sacrificar el deseo pecami-noso y rehusarse a agradar al ojo; ahora, el ojo pierde importancia y es como si no existiera, como tal el órgano, es reprimido hasta inactivar su acción perversa. 


En el libro de Mateo, 19: 16-22, Jesús se encuentra con un hombre que tenía muchos negocios, a tal punto que era conocido como el joven rico, se acercan y el joven le dice: “Maestro, ¿qué bien haré para heredar la vida eterna? Jesús le dice: ¡Los mandamientos!”, y efectivamente el hombre responde que ha cumplido con todos desde que era un adolescente; a lo cual Jesús le responde “una cosa te falta, anda vende todo lo que tienes y dalo a los pobres y tendrás tesoro en el cielo, y ven y sígueme”, en tal sentido, no es que Dios quiere venir por nuestros nego-cios para quitárnoslos, sino que cuando nuestros negocios no lo han puesto en primer lugar, no están alineados con el Reino eterno, Dios por amor a nosotros nos recomienda la renuncia radical. Para que nos desprendamos de lo que nos estorba la entrada a su Reino.  

El joven rico quería ganar el Reino de Dios de la misma manera en que se le había facilitado cumplir con sus negocios, pensaba que el Reino se ganaba haciendo cosas, por ello preguntó qué bien haré para heredar la vida eterna; y lo que Jesús le responde es que debe renunciar a lo que tiene porque ha fincado sus esperanzas en eso y no en Dios, y para el Reino eterno, solo cuenta lo que Dios puede hacer por nosotros y lo que hace en nosotros.  

La manera como renunciamos a diario, es teniendo firmemente claro que Dios es el que pro-vee, y que no dependemos de esos negocios, sino de Dios; Él dice: “separados de mí nada podéis hacer”; cuando estamos tan aferrados a nuestras pertenencias de modo que ellas están suplantando a Dios, una solución efectiva es la que Cristo le dio al joven rico: “Anda vende todo lo que tienes y dalos a los pobres y así tendrás tesoro en el cielo” (San Mateo 19: 21). 

La Biblia no condena a nadie por rico, si adquirió honradamente su riqueza. La raíz de todo mal no es el dinero, sino el amor al dinero. Dios da a los hombres la facultad de enrique-cerse; y en manos del que se porta como administrador de Dios, empleando generosamente sus recursos, la riqueza es una bendición, tanto para el que la posee como para el mundo. Pero muchos, absortos en su interés por los tesoros mundanos, se vuelven insensibles a las demandas de Dios y a las necesidades de sus semejantes. Consideran sus riquezas como medio de glorificarse. Añaden una casa a la otra, y una tierra a otra tierra; llenan sus man-siones de lujos, mientras que alrededor de ellos hay seres humanos sumidos en la miseria y el crimen, en enfermedades y muerte. Los que así dedican su vida al egoísmo no desarro-llan los atributos de Dios, sino los del maligno (White, 1905). 

Son muy pocos los que comprenden el poder de su amor por el dinero hasta que se los pone a prueba. Entonces es cuando muchos que profesan ser seguidores de cristo muestran que no están preparados para el cielo. Sus obras testifican que aman más al dinero que a sus prójimos y a Dios. Tal como el joven rico, preguntan por el camino de la vida, pero cuando este les es señalado y cuando calculan el costo, y ven que se exige de ellos el sacrificio de las riquezas mundanales, deciden que el cielo cuesta demasiado (White, 2012).  

Una de las razones por las que Dios dio riqueza a Salomón fue que él no mostró codicia por el dinero, sino que antepuso los intereses del Reino de Dios a las riquezas, ni siquiera las incluyó en su petición inicial. Dios vio un hombre que no se aferraría a riquezas y no pondría en riesgo los intereses del Reino en lo referente al dinero; así que decidió darle riquezas (1 Reyes 3: 7-14). Por esa razón, como Dios tenía la intención de hacer ricos a sus hijos les dio la advertencia en la Biblia (Deuteronomio 8: 10-19):  

(…)  cuando hayas comido y estés satisfecho alabaras al señor tu Dios por la tierra buena que te ha dado. Pero ten cuidado de no olvidar al señor tu Dios, no dejes de cumplir sus mandamientos, normas y preceptos que te mando hoy… cuando se hayan multiplicado tus ganados y tus rebaños, y hayan aumentado tu plata y tu oro, y tus riquezas sean abundantes, no te vuelvas orgulloso, ni te olvides del señor tu Dios, quien te sacó de Egipto, la tierra donde viviste como esclavo. El señor te guió a través del vasto y horrible desierto, esa tierra reseca y desierta, llena de serpientes venenosas y escorpiones; te dio el agua que hizo brotar de la más dura roca… No se te ocurra pensar: esa riqueza es fruto de mi poder y de las fuerzas de mis manos. Recuerda al señor tu Dios, porque él es quien te da el poder para producir esa riqueza… (Negrillas fuera de texto).


La renuncia consiste en aceptar nuestra total dependencia de Dios y no de nuestros negocios; esto es difícil para el ser humano que no vive día a día cerca de Él, por ello Jesús dijo es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja (se refería una pequeña puerta), que un rico entre al Reino de Dios; obviamente esto se aplica para los ricos que no están alineados con los intereses del Reino de Dios; es evidente que ricos como Abraham, Job, José de Arimatea, entre otros ricos mencionados en la Biblia, ya tienen asegurado el Reino de Dios, porque lo pusieron en primer lugar y estuvieron dispuestos a renunciar y a no depender de sus negocios y cifraron su dependencia en Él, que en cualquier momento podía dar o quitar bienes materiales.

Muchos que gozan de prosperidad en el mundo, y que nunca se dejaron arrastrar por los vicios ordinarios, se encaminan a la ruina por el amor de las riquezas. La copa más difícil de llevar no es la vacía, sino la que está llena hasta el borde. Esta es la que exige el mayor cuidado para conservarla en equilibrio. La aflicción y la adversidad traen consigo desenga-ño y tristeza; pero la prosperidad es lo más peligroso para la vida espiritual (White, 1905). 

Por ello Pablo dice “Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad” (Filipenses 4:12). Así, esos ricos, como Abraham y Job también sabían vivir con abundancia o con necesidad. Pues no dependían de la riqueza sino de Dios.

Los que se aferran a sus negocios más que a Dios, entonces se les aplica la frase de san Pablo, “la raíz de todos los males, es el amor al dinero”. Es importante analizar esta frase, no dice que el dinero es la raíz de todos los males, sino que es el amor a este; el aferrarse, la actitud de no estar dispuesto a renunciar diariamente a lo material y no poner nuestra confianza en Dios, esto es lo que realmente constituye la raíz de todos los males. No es el dinero, porque el dinero es bendición en manos de Dios, él dice mía es la plata y el oro (Hagueo 2: 8). 


Es la codicia al dinero y el aferrarse a él, y ubicarlo como prioridad en detrimento de lo demás, lo que se constituye en la raíz de los males. Por ello, el sabio Salomón dijo “el que confía en sus riquezas caerá, más los justos reverdecerán como ramas”. Y también dice: “La bendición de Dios es la que enriquece y no añade tristeza con ella” (Proverbios 10: 22).  

La renuncia como regla de los negocios del Reino la expuso también san Pablo en su primera carta dando instrucciones a Timoteo para la administración de la Iglesia: “A los ricos en este mundo, enséñales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, el cual nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrute-mos” (1 Timoteo 6: 17 A, Biblia de las Américas© 1997, Lockman).


Por eso Job repasando sobre su vida reflexionaba:  

Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: mi confianza eres tú; si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen, y de que mi mano hallase mucho; si he mirado al sol cuando resplandecía, o a la luna cuando iba hermosa, y mi corazón se engañó en secreto, y mi boca besó mi mano; esto también sería maldad juzgada; porque habría negado al Dios soberano (Job 31: 24-28).


Pero evidentemente nada de eso había realizado Job. Ello nos muestra que tener dinero no es malo, sino poner en él su confianza, eso es maldad dice el Libro de Job. 


El Libro de Salmos describiendo la suerte de quien pone en las riquezas su esperanza dice:  

Más que el bien, amas la maldad; más que la verdad amas la mentira, pero Dios te arruinará para siempre, y te tomará y arrojará de tu hogar, te arrancará del mundo de los vivientes… He aquí el hombre que no puso a Dios por su fortaleza, sino que confió en la multitud de sus riquezas y se afirmó en la maldad (Salmo 52: 3, 5 y 7).


La renuncia tiene que ver con no poner la esperanza en las riquezas; el joven rico creía que su riqueza podía salvarle, por eso cuando se le pidió que renunciara a ellas se fue triste. Allí tenía todas sus esperanzas, no confió en que el Dios que le había dado el poder para hacerlas (Deuteronomio 8:18), bien pronto se las daría nuevamente; en ello radica la regla de la renuncia, yo renuncio a poner mis esperanzas en las cosas, y las pongo en el Dios que es la fuente para obtener las cosas. El salmista David dice: “Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyos corazones están sus caminos” (Salmos 84: 5). La Biblia enseña que un día Job perdió todo (Job 1: 20-22), pero también un día Dios trajo nuevamente riquezas a la vida de Job (Job 42: 12-16). 


La Biblia dice: “Bendito es el hombre que confía en el Señor, cuya confianza es el Señor. Será como árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces junto a la corriente; no temerá cuando venga el calor, y sus hojas estarán verdes; en año de sequía no se angustiará ni cesará de dar fruto” (Jeremías 17: 7-8, Biblia de las Américas).  

El que confía en Dios le sirve a Dios, y aunque tenga dinero, su confianza no está en el dinero sino en Dios, por eso como dice el salmista: “No temerá recibir las malas noticias, su corazón está firme confiado en el Señor” (Salmos 112: 7, Biblia de las Américas). 


El que cifra su confianza en Dios no teme recibir malas noticias, ya sea porque el Señor lo protege contra pérdidas, o porque aun si perdiere dinero, o lo perdiere todo, su heredad sigue intacta, porque su heredad es el Señor (Ezequiel 44: 28) y el Señor, no es hombre para que mienta (Números 23: 19), porque él dijo: “Mía es la plata y mío es el oro” (Hagueo 2: 8; Salmos 50: 10).  


4.4. Regla 4. La alineación 


“En la región de Uz había un hombre recto e intachable que temía a Dios y vivía apartado del mal” (Job 1: 1, NVI) 


Todos los negocios deben estar permeados por los principios del Reino de Dios, es decir, alineados a los intereses eternos. 

¿Qué es alinearse? Alinearse es poner cosas o personas en línea recta. De esa manera, cuando se dice que Job era un “hombre perfecto y recto (alineado), temeroso de Dios y apartado del mal” (Job: 1: 1) se está diciendo que Job como hombre estaba alineado a los principios del Reino de Dios. 


Job estaba en línea recta; no se desviaba, ni a la derecha ni a la izquierda. Como dice Dios en Proverbios 4: 27: “no te desvíes ni a la derecha, ni a la izquierda, aparta tu pies del mal”. Job era un hombre cuyos negocios estaban alineados con el Reino de Dios. 


Cuando nuestras acciones (negocios) están alineados con el Reino (Salmos 1: 1-2), dice Dios a través del salmista que seremos “como árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto en tiempo, sus hojas no caen, y todo lo que hace prosperará”. (Salmos 1: 3) (Negrillas fuera de texto).  

Estar alineados con los intereses del Reino crea una generación con poderío económico según dice la Biblia en Salmos 112: 1-7. Lo escribiré textualmente de la versión Reina Valera de 1960. Los comentarios en paréntesis son añadidos. Dice así:

Bienaventurado el hombre que teme a Jehová,

Y en sus mandamientos se deleita en gran manera.

2  Su descendencia será poderosa en la tierra;


3 Bienes y riquezas hay en su casa,

Y su justicia permanece para siempre.

4  Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos; Es clemente, misericordioso y justo.

5  El hombre de bien tiene misericordia, y presta; Gobierna sus asuntos con juicio,

6 Por lo cual no resbalará jamás;


7 No tendrá temor de malas noticias;

Su corazón está firme, confiado en Jehová



El texto anterior es la base de la tesis que sostiene este libro, a saber, que la alineación de los negocios temporales con los intereses del Reino, se constituye en la razón por la cual Jesús dijo “negociad entre tanto que vengo”; hacer negocios alineados con los principios del cielo, no solo no es malo, sino que es exigible para los intereses del Reino de Dios.

La riqueza tiene una relación directa con ser recto (estar alineado), dice el texto “la genera-ción de los rectos será bendita en la tierra; bienes y riquezas hay en su casa” (Salmo 112: 3). 

Además, hay una cosa particular que llama la atención; hoy cuando el mundo se debate en la incertidumbre de sucesivas crisis económicas que no solo amenazan con quebrar empre-sas, sino países enteros, este versículo dice que los hijos de Dios que tienen alineados sus negocios con los intereses del Reino de Dios, “…no tendrán temor de las malas noticias” (Salmos 112: 7); es decir, no temen la caída de los indicadores bursátiles, del incremento del desempleo, de la quiebra de los bancos, de la quiebra de esta o aquella empresa, ¿por qué? La Biblia responde, porque “… su corazón está firme confiado en Jehová” (Salmos 112: 7), y esto guarda relación con la tercera regla de los negocios para el Reino: la renuncia, que significa que nuestras esperanzas no están cifradas en las riquezas porque son inciertas (1 Timoteo 6: 17), ni en el dinero, ni en el Nasdaq 100, ni el Dow Jones, Standard & Poor’s 500, el IBEX, el DAX, el IGBC, el Nikkei, el Vobespa, el Merval o el IPSA; ni tampoco ciframos nuestra esperanzas en el tipo de cambio, sino que “… nuestro corazón está firme confiado en el señor” quien nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos (1 Timoteo 6: 17), “…de manera que podemos decir confiadamente, el señor es mi ayudador, no temeré lo que pueda hacerme el hombre”. (Hebreos 13: 6). 


Aun cuando nuestros pasos y desempeño en los negocios no haya sido el mejor, Dios puede hacer rectos nuestros caminos y, si lo permitimos, Él puede enderezar nuestros pasos; el sabio Salomón afirma: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia, reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3: 5-6), Dios pue-de alinear nuestros negocios temporales con los negocios del Reino, aun si nuestras sendas antiguas han estado erradas, el Sabio dice que él “enderezará” es decir hará rectos (alineará) nuestros pasos.



Hay cristianos que absorbidos por los negocios llevados a la manera de este mundo siguen prácticas sin escrúpulos de engaños, fraudes y mentiras en sus negocios; recuerdo una pelí-cula titulada: Una lección de honestidad (Flywheel en inglés), estadounidense de 2003, de género drama, dirigida y protagonizada por Alex Kendrick, bajo el sello de Kendrick Brother Production. Su historia explica la importancia de la honestidad en los negocios que realizan los cristianos y lleva un mensaje cristiano. En este espacio voy a parafrasear la película.

La historia se desarrolla en Albany, una ciudad del estado de Georgia, en Estados Unidos. El escenario donde se desarrolla es la empresa Jay Austin Motors, propiedad de Jay Austin, un cristiano a quien las ganancias mundanales y el egoísmo lo estaban absorbiendo de modo tal que, estaba perdiendo la perspectiva del cristianismo; Había adoptado algunas prácticas para sacar el máximo provecho (indebido) a la venta de sus autos usados. Prácticas como:

      Venta de autos chocados, sin informar a sus clientes.

      Mentir en la negociación y no dar información completa acerca del estado de los autos.

      Inflar el precio de los autos aprovechándose de la ingenuidad de sus clientes. 

Las prácticas de Jay eran tales, que aun sus empleados vendedores se preguntaban ¿cómo hace eso?, ¿cómo vende esos autos en ese estado y con esos precios tan altos? Había una sola explicación, se aprovecha de la ignorancia e ingenuidad de las personas y les mentía sobre los autos.

En una oportunidad, Jay vende un auto chocado y cuando sus trabajadores se enteran ¡no lo pueden creer! Jay vendió el auto muy por encima del precio de ganancia normal y ocultó in-formación del estado del auto al cliente. Vincent, uno de los vendedores, a manera de broma o quizás en serio, le dice a Berny (el otro vendedor): “Recuérdame para decirle a mis amigos que no compren autos usados aquí”.


Al llegar Jay Austin a casa, su esposa Judy, le pregunta si vendió algún auto, él le cuenta que vendió el Honda negro, el Accord; ella pregunta: “¿El que estaba chocado?” Jay se incomoda y responde que eso no tiene importancia, y que lo vendió en 6000 dólares; Judy le dice que ese auto valía solo 3000 dólares, y cuestiona su actitud al vender un auto chocado muy por encima del precio de ganancia normal. Jay Austin se aseguraba de pedir buenas condiciones al comprar, pero no estaba dispuesto a dar buenas condiciones cuando vendía.

Días después, la familia Austin (Jay el padre, Judy, la esposa, y Todd, el hijo) van a la iglesia, una vez en allí, cuando llega el momento de depositar la ofrenda en los platillos, antes que pasen los diáconos, Jay busca un sobre vacío y lo acondiciona, luego en el momento indica-do lo deposita en el platillo haciendo creer a los asistentes que él había dado ofrenda. Este comportamiento nuevamente es rechazado por su esposa, a quien le parece reprochable esta actitud de querer engañar a los hermanos en la iglesia.

Al terminar el culto, el pastor de la iglesia se acerca a Jay Austin comentándole que desea conseguir un auto para su hija que va a iniciar la universidad; Jay Austin le responde que le tiene un buen auto, uno estupendo y le invita a visitar su concesionario de autos.


Días después el pastor visita el concesionario de Jay Austin esperando encontrar un buen auto y un precio apropiado; Jay lo recibe para iniciar la negociación. Cuando los vendedores de Jay Austin Motor (Berny y Vicent) descubren que el cliente que atiende el señor Austin es un pastor, deciden apostar 20 dólares. Vicent cree que Jay venderá el auto muy por encima del precio normal y Berny cree que por tratarse de un pastor, no intentará engañarlo y le dará un buen precio.


El pastor se entera que el auto tiene muchos kilómetros recorrido y pregunta a Jay si sería preferible buscar un auto con menos kilómetros recorrido (142 400), Jay le responde que esos modelos Camry recorren fácilmente 400 000 kilómetros, que el auto es muy bueno y por eso se venden bien. Además, le afirma que lo compró por 8500 dólares (Jay miente otra vez, en realidad lo compró por 6500 dólares) y que se lo iba a vender por 9000 dólares.


Vicent había apostado que Austin vendería el auto por la suma de 8000 dólares, Berny, cree que lo vendería en 7000 dólares. Al cerrar la venta, el auto es vendido en 9000 dólares, Jay Austin dice al pastor: “Usted se está llevando un buen auto”. Suben a la oficina firman los documentos, salen y van a los patios para la entrega del auto.

Finalmente, la apuesta casi la gana Vicent que creyó que el talante de Jay Austin le daba para engañar a cualquiera, solo que esta vez Jay Austin, había superado el valor, muy por encima de los cálculos; mientras los vendedores a la distancia (dentro de la oficina) comentan de la actitud de Jay Austin, el pastor se dispone a despedirse y le da las gracias, y se ofrece a hacer algo por él, así que propone orar por Jay Austin y su negocio. Él le agradece y el pastor co-mienza la oración: “Señor hoy vengo ante ti y te agradezco por este día, te doy gracias por Jay y su negocio; te doy las gracias por este auto para mi hija Lindsay, y te pido que la protejas y le des tu gracia mientras lo conduzca, y le vaya muy bien en su viaje; señor te pido que trates a Jay, así como él me trató hoy en este negocio. Oro en tu nombre, amen y amen”. Cuando el pastor se va en el auto, Jay se queda pensativo, meditando en las palabras pronunciadas en la oración.

Jay Austin deja los patios y entra a la oficina; Berny, le dice sorprendido: “No creí que pudie-ras hacerlo”, Jay le increpa y le pregunta “¿Qué?”, Berny, le recuerda: “Engañaste a un pas-tor”, Jay le responde, ¿crees que me interesa hacer la menor cantidad que podamos? Berny le responde: “Me gusta hacer dinero, pero pensé que le darías un descuento”. Jay le pregunta “¿Tu lo habrías hecho?”, Berny responde: “Yo habría tratado de hacer el descuento”; Jay le replica diciendo que eso es mentira y para confirmar sus palabras le pregunta a Vicent, ¿de-jarías que Berny le venda un auto a un familiar tuyo?, a lo que Vicent responde que definiti-vamente no. Las prácticas de esta empresa habían permeado a todos los vendedores y no era seguro obtener un precio justo de ninguno de ellos. 

Jay Austin recibe el reproche de los demás vendedores, pero se defiende restándole impor-tancia al hecho y para ello comenta que más malo es lo que hizo uno de los vendedores al venderle un auto muy caro a una anciana; como si los dos actos no fueran malos per se, sin importar la víctima del fraude.  

Lo que sigue a continuación es la llamada de la sección de cobranzas de un banco que le exige a Jay Austin el pago de la hipoteca por el lote donde funciona el concesionario de au-tos usados, dado que se encuentra atrasado tanto en la hipoteca como en un crédito regular; además, le recuerda que no es la primera vez que se atrasa con sus deudas. Austin estresado responde que han tenido un mes poco productivo en simultáneo con un incremento en los gastos. El agente de cobranzas le afirma, que si no se pone al día para fines del siguiente mes irán por sus autos y cerraran el negocio, le confirma que la deuda asciende a 32 400 dólares.

Las cosas no parecen ir bien para Jay Austin, cuando llega a su casa la mujer le pregunta que si el pastor fue a verlo en ese día, él responde que sí y que le vendió un auto. Ella pregunta si le dio un buen precio, él dice que sí; pero ella pregunta en cuanto le vendió el auto al pastor y en cuanto lo compró Jay inicialmente, el responde que lo vendió en 9000 dólares y que lo compró en 6500, a lo que ella responde que no parece un buen negocio; responde que para él sí es buen negocio (quiso decir negocio justo), se sale de casillas e insulta a su esposa al frente de su hijo y la situación parece ya insostenible.

Jay Austin se va a su habitación y después de pasar varios canales de TV consigue una canal donde está predicando Billy Graham, el cual comienza a decir, “ustedes están donde están hoy por las decisiones que han tomado, su matrimonio está como está hoy por las decisiones que han tomado; las relaciones con su esposa e hijos están como están hoy por las decisiones que han tomado; están esclavizados financieramente por las decisiones que han tomado. La palabra de Dios los liberará si la leen, pero están esclavizados y están atrapados; se sienten esclavos de su deuda y de una relación porque no han escuchado la palabra de Dios, y hasta que no lo hagan, tomarán las decisiones equivocadas, irán por el camino equivocado, perde-rán a su familia, su hogar, su seguridad, sus inversiones porque Dios tiene una forma de vivir la vida, y no podemos vivirla en nuestros términos y pedirle que nos bendiga, y la razón por la que mucha gente a la que hablo hoy está esclavizada, frustrada y derrotada es que en realidad no quieren saber qué es lo que dice Dios, y no quieren vivir como dice Dios; si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron he aquí todas son hechas nuevas”.

Al día siguiente llama la atención un aviso ubicado en el lote de vehículos de Jay Austin, el cual dice: La honestidad es nuestra mejor política.

En la mañana, Jay Austin todavía con las palabras de Billy Graham en la cabeza, observa y escucha como un vendedor intenta convencer a un cliente de las bondades superlativas de un auto, usando las tácticas tradicionales de manipulación para vender; el cambio inicia a germinar dado que estas tácticas ya comenzaban a incomodarle.


Jay Austin ve de nuevo el letrero y lo quita con ira, mientras que Vicent le pregunta a Berny como hizo para vender ese auto, Berny se ufana diciendo que la táctica es “adúlalos como locos y arrástralos”. Su amigo vendedor le pregunta: ¿Cuánto te ganaste?, a lo que el vendedor responde no me vas a creer me gané 5000 dólares. Todos lo recriminan especialmente Jay Austin que para entonces había comenzado a cambiar, pero al no tener respaldo moral, fue recriminado por Berny, dado que su ejemplo antes no había sido bueno. Ahora le tocaba a Jay Austin iniciar a dar ejemplo, porque al recriminarle a aquel vendedor por manipular a la compradora hasta el extremo, la respuesta del vendedor fue que eso lo había aprendido de él mismo.


Jay Austin desilusionado se sienta a hablar con el mecánico del negocio de autos y le comenta que las cosas no van bien, y que no recuerda la última vez que sintió que su vida iba bien.

El mecánico le dice: “Entonces debería orar por ti o tal vez tu deberías orar por ti mismo”.

Jay Austin responde: “No creo que Dios me vaya a escuchar”.

¿Qué quieres decir? pregunta el mecánico.

Jay le dice: “Quiero decir que Dios sabe que yo no soy un hombre honesto, sabe que soy un mal esposo y un mal padre, sabe lo egoísta y orgulloso que soy, ni siquiera me gusto a mí mismo; tengo problemas con casi todas las personas en mi vida. Le debo dinero que no tengo al banco.


Max el mecánico le contesta: “Jay, soy un viejo, hay cosas que desearía haber hecho bien hace décadas, pero mi orgullo se interpuso, pero cuando aprendí a dejar que el Señor ma-nejara mi vida, mi vida mejoró mucho; no quiero predicarte, solo sé que lo necesitas a Él. Francamente diría que todos los necesitamos a Él”. Max le dice finalmente, “este auto que ves ahí es un buen auto, muy bueno, pero hasta que consigamos una pieza que le hace falta para arreglarlo no irá a ninguna parte”.

Jay Austin va a su casa y solo en su habitación, comienza a hablar con Dios: “Señor no quiero que estés en mi contra, te necesito, lo siento… ayúdame señor, ayúdame a volver a tu volun-tad, quiero ser un buen hombre, ayúdame Jesús, ahora tú estás al mando, tu eres el jefe”. Ter-mina la oración y se dirige a su esposa, reconoce su culpa, acepta que le causó mucho daño, y le presenta disculpas. La esposa no lo puede creer y piensa que a Jay Austin le puede estar pasando algo o se enteró de la proximidad de su muerte. Jay le explica que no le pasa nada de eso y que lo que ha sucedido es que él se hizo consciente de lo egoísta que ha estado viviendo, no ha sido el esposo que debe ser, y que ha sido mal padre; no ha sido el líder espiritual que debe ser y que ya le pidió a Dios que le perdonara, porque siente que se metió en líos en todas las áreas de su vida, ya se dio cuenta que no puede arreglarlas, y quiere ser digno de honor y tener el respeto de su familia.

Jay le pide a su esposa que ore por él, además le dice que la necesita enormemente y que está resuelto a dejar que Jesús sea el Señor de su vida, todos los días. La esposa de Jay aún incrédula de esta actitud pregunta que si va en serio, el responde que sí, y acto seguido dice las palabras que cambiarían su vida de negocio: “Seré honesto en mi negocio, asumiré la res-ponsabilidad como líder espiritual en mi hogar; te amaré a ti, querré a Todd (su hijo) y querré al bebé que está por nacer, te juro por Dios que lo haré”.

A partir de ahí la vida de Jay será otra, al día siguiente llega temprano a su negocio y comien-za a leer el Salmo 1, en el texto que dice “dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni la senda de los pecadores, ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del señor se deleita de día y de noche; es como árbol plantado junto a la orilla de un río, que cuando llega su tiempo da frutos y su hoja jamás se marchita, todo cuanto hace prospera-rá. En cambio, los malvados son como paja arrastrada por el viento, por eso no se sostendrán los malvados en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos, porque el señor cuida el camino de los justos, mas la senda de los malos lleva a la perdición” cuando Jay Austin terminó de leer fue al lugar donde estaban todos los autos y dijo: “Esta bien señor, este es tu lote y te honraré con el”; esta es una frase que Dios había dicho en su palabra “Yo honraré a los que me honran” (1 Samuel 2: 30). 


Una hora más tarde Jay, llama a todo el personal que trabajaba con él, para realizar una reu-nión y comienza la reunión diciendo: Me gustaría empezar por disculparme con cada uno de ustedes. 


¿Por qué? Pregunta Vince, uno de los vendedores.  

Jay Austin responde, este es mi negocio, en dos años no lo he manejado honesta o responsa-blemente; quiero disculparme con cada uno de ustedes, por dar un mal ejemplo.  

No puedes estar hablando en serio, dice Berni, uno de los vendedores.  

Jay Austin, sigue su exposición diciendo: también quiero decir que en adelante venderemos autos a precios honestos.  

¿Qué significa eso?, pregunta un vendedor.  

Jay responde, eso significa que recibirán una comisión justa por una venta justa.  

El vendedor pregunta desafiante. ¿Quién decide qué es justo? 

Jay Austin responde así: Si le compraras el auto que tratas de vender a otro vendedor ¿Cuánto crees que el debería ganarse? 

Vicent dice que eso es terrible. Berni, le incrimina, ¿qué estás haciendo Jay?  

Jay responde: cambió nuestra forma de operar. Vicent pregunta ¿quitándonos las comisiones?

No necesariamente, responde Jay Austin; Berny enojado replica: ¿debemos aceptar tu humilde disculpa mientras reduces nuestros salarios? Jay le responde: trabaja duro y podrás ganarte lo mismo que ahora, pero con la conciencia tranquila. No trato de lastimarte, pero tengo las intenciones de manejar un negocio honestamente, quiero tener la conciencia tranquila ante Dios. 

Max, el mecánico, apoya a Jay Austin y sugiere el cambio en los precios de los autos, Jay Austin confirma que en ese mismo día harán todo el cambio.

Berny hace una exigencia extrema a Jay Austin, exige incremento inmediato del sueldo o mantener las comisiones, si no se va de la empresa. Jay no acepta estas condiciones que bus-caban mantener los autos con precios exagerados, y Berny renuncia a la empresa y convence a Vicent para que renuncie y se vayan a la competencia. Los dos vendedores van a la empresa cercana, y consiguen empleos como vendedores, ahora Jay Austin queda sin vendedores, pero con un negocio honesto. Lo que vendría a continuación es la evidencia de que la hones-tidad si paga. 


Jay Austin consiguió el volante de inercia para arreglar un carro que hacía mucho tiempo estaba dañado y este fue el comienzo de otras cosas que comenzaron a arreglarse en su vida. Comienza una nueva vida de relacionamiento positivo con su esposa, su hijo, su padre y en-torno familiar y laboral. Dios había comenzado a actuar casi de inmediato.


Por aquel entonces, llegó a la empresa de Jay, un joven universitario llamado Kevin Kantrell que decía estar dispuesto a trabajar como vendedor por un salario mínimo; pues estaba de va-caciones en la universidad y quería ver cómo le iba con las ventas. Jay lo contrata y comienza a contarle cómo es la dinámica de ventas, Kevin le propone que venda los autos un poco más costosos y puede ganar más, o le podría dar una comisión adicional a él. Jay Austin le respon-de que no van a irse por ese lado, resume sus palabras en la regla de oro. “Vamos a cobrar lo que nos gustaría que nos cobraran”, me quedaré con el valor justo del mercado, agrega Jay; Kevin le dice puede salirse con la suya si le sube un poco o ¿acaso no necesita dinero?  


Jay le responde, sí necesito, pero tengo que vivir con la forma en que maneje este lugar; no quiero más remordimiento, me quedaré con el estándar más alto que pueda tener, si tratas bien a la gente eso se te devuelve. Jay Austin, estaba refiriéndose a la ley de la causa y el efecto o la ley de la siembra y la cosecha. El apóstol Pablo lo resumió así: “Todo lo que el hombre sembrare esto también segará” (Gálatas 6: 7), el principio es universal y funciona tanto para lo negativo como para lo positivo. Siembra bien y recogerás bondad, o como dijo el profeta Oseas “sembraron vientos y cosecharon tempestades” (8: 7).


Hagamos una pausa para abordar otro principio de resultados similares. Al respecto muchos autores también han comentado la ley de la compensación, Emilio Santamaría (2014) en un artículo titulado “¿Existe la ley de la compensación?”, comparte con sus lectores esta historia: “Cierto hombre cultivaba un maíz tan bueno que año con año ganaba siempre el primer premio en la Feria del Agricultor. Lo sorprendente es que lejos de guardar como un secreto el tipo de semilla que le producía tan buenos resultados, compartía parte de sus mejores semillas con todos los demás agricultores de los contornos. Extrañados algunos, le preguntaron por qué. El hombre, que no por casualidad lograba tan buena calidad y cantidad en sus cosechas, explicó que lo hacía por puro interés. “El viento tiene la virtud de trasladar el polen de unos campos a otros. Por ello, si mis vecinos cultivaran un maíz de clase inferior, la polinización rebajaría la calidad de mi propio maíz. Esta es la razón por la que me interesa enormemente que solo planten el mejor maíz” (Santamaría, 2014). Ley de la compensación: lo que tú das se te devuelve.



Jay Austin comenzaba a comprender cómo funciona el Universo según Dios, y estaba dis-puesto a actuar en consecuencia. Kevin trabajó durante seis semanas en la empresa de Jay Austin, recibió su sueldo, y al momento de despedirse dice estas palabras: “Sabe, debo admi-tir que trabajar aquí fue un poco diferente de lo que esperaba. Jay le pregunta, ¿qué esperabas Kevin? Él le responde: no sé… esperaba que usted fuera un poco más estratégico con su forma de vender autos, digo mejor taimado. Pero veo que usted no es un mal tipo y me alegra haberlo conocido.  

Sin embargo, las deudas de Jay Austin aún no habían sido pagadas y la preocupación aún persistía, el plazo se acercaba y Jay hizo abonos a la deuda, sin embargo, no era suficiente, la amenaza se cernía sobre su empresa, pero ahora sus asuntos estaban confiados a Dios, mientras Jay hacía su parte siendo honesto y trabajando duro.  

La solución para Jay no era nada fácil, para poder cubrir la urgente deuda necesitaba vender todos los autos que tenía en exhibición. Por eso en una conversación con Max, el mecánico, le dice: No sé qué voy a hacer. Además le comenta: Yo le di este lote al Señor, supongo que él puede hacer lo que quiere con él. Max le dice, no renuncies todavía espera para ver que hace el Señor. 


Al llegar a su casa, Jay comienza a leer la Biblia en el texto que dice: “Confía en el señor de todo tu corazón y no en tu propia inteligencia, reconócelo en todos tus caminos y él allanará tus sendas”. Luego la esposa de Jay, le lee Salmos 37: “Deléitate en el señor y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda al señor tu camino; confía en él y él actuará. Hará que tu justicia resplandezca como el alba, tu justa causa como el sol de mediodía. Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia”.



Una de las clientes de Jay que había comprado un auto a crédito, llega a devolver el auto porque no puede pagarlo; obviamente el auto había sido vendido por un precio alto, y Jay al considerar esta situación, decide no cobrarle más las cuotas y entregarle el título de propiedad del auto, la señora no lo puede creer, y el concepto de Jay como una persona justa comienza a consolidarse a partir de entonces, ahora no era Jay Austin haciendo promesa de cambio, había llegado el momento de enseñar con el ejemplo; Jay lo está haciendo bien. La compradora, no lo puede creer, aun debiendo 1265 dólares se le hacía entrega del título de propiedad del auto y no se le cobraba más. La mujer, al salir, le dice a Todd: “Su papá es un hombre muy bueno”. 


Esas palabras eran un testimonio real para Todd que su papá ahora era considerado un ejem-plo para la sociedad, alguien “muy bueno” según una de las clientes de Jay Austin. 

Pero lo más sorprendente inició esa noche, cuando Jay estaba descansando en la sala de su casa, prendió el televisor y las noticias de un canal de televisión daban un reporte especial sobre el mercado de autos usados. Resultó que el joven universitario Kevin era parte de una investigación que estaban haciendo a los concesionarios de autos usados para conocer las prácticas deshonestas que utilizaban para vender y que la mayoría de las personas no sabían lo fácil que era ser engañado. La noticia que tenía como fuente una investigación de realizada por NBS, afirmaba que habían investigado empresas de autos usados que ante el público se mostraban como sólida, pero que usaban prácticas fraudulentas y de manipulación para en-gañar a los compradores, en promedio vendían los autos 3500 dólares por encima del precio aceptable; la investigación afirmó categóricamente que el único concesionario que usaba prácticas honestas y justas al vender era la empresa de Jay Austin.  


La noticia presentaba a Jay Austin que había sido grabado diciendo estas palabras: “Vamos a cobrar lo que nos gustaría que nos cobraran, me quedaré con el valor justo del mercado… no quiero más remordimiento, me quedaré con el estándar más alto que pueda tener, si tratas bien a la gente eso se te devuelve”. Y el periodista agregaba que Jay Austin usaba esa filosofía en la vida y daba garantía posventa que el común de las empresas de autos usados no daba.


La esposa de Jay le leyó nuevamente el texto bíblico Salmos 37: “Deléitate en el señor y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda al señor tu camino; confía en él y el ac-tuará. Hará que tu justicia resplandezca como el alba, tu justa causa como el sol de mediodía. Guarda silencio ante el Señor y espera en él con paciencia”. 

Al día siguiente al llegar a la empresa Jay no lo podía creer, su concesionario estaba lleno de personas que habían visto la noticia y querían comprar un auto, tanto que se disputaban el turno para ser atendidos. Jay Austin tuvo que acudir a su esposa, al mecánico y al asistente de mecánica (Sam) para poder atender tanta demanda de autos en un solo día. Al fin del día todos los autos se habían vendido. Se cumplía la palabra de Dios en 1 Samuel 2: 30: “Yo honraré a lo que me honran”. Ese día Jay Austin vendió la cantidad de autos suficiente para pagar su deuda. Allí más que en ninguna otra ocasión Jay comprendió: “Encomienda al señor tu camino; confía en él y él actuará”.  

Al terminar la tarde, el agente de cobranzas del banco llega por el dinero o por los autos, tremenda sorpresa se lleva cuando no ve los autos y en su lugar recibe un cheque pagando el 100 % de la deuda. 


Orientado por su esposa, quizás siguiendo el principio de la restitución establecido en la Bi-blia (Ezequiel 33: 15 y Éxodo 22: 12), Jay hace un balance de cuentas de aquellos clientes a quienes se les vendieron los autos por encima del precio aceptable en la industria automotriz y comienza a devolver el excedente, que está por encima del valor justo. Los clientes no lo pueden creer, alguien está regalando la plata, ¿cómo puede ser posible que alguien inicie a devolver plata?; pero sí es verdad, Jay Austin lo está haciendo para cumplir con la honestidad bíblica y el principio de restitución, que dice, que si eres conscientes que en el pasado has en-gañado a alguien en tus negocios, debes hacer lo que esté a tu alcance para restituir y reparar el daño causado. Esa conducta es clara en la Biblia cuando, por ejemplo, Jesús se encuentra con Zaqueo, un cobrador de impuestos (que estafaba); él decide darle un vuelco a su vida y aplica el principio de restitución, basado en Ezequiel 33: 15 y Éxodo 22: 12. Zaqueo dice: “Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de todo lo que tengo; y si le he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más” (Lucas 19: 18, versión Dios Habla Hoy). Este trabajo exige desprenderse de dinero y soportar el dolor de aceptar que uno se ha equivocado.  


Jay Austin restituyó lo que consideraba les había quitado a las personas al venderles a precios exagerados engañándoles sobre el verdadero precio basado en el estado real de los carros. Esta actitud fue clave días después, cuando sus antiguos empleados denunciaron que aunque Jay Austin había cambiado de actitud no siempre había sido así y que en el pasado había hecho fraude y engañado a sus clientes; el mismo canal de TV donde antes fue exaltada la honestidad de Jay Austin, ahora estaba siendo utilizado para poner en entredicho su conducta. 


Sin embargo, allí fue donde cobró sentido la acción de restitución de Jay Austin, porque los clientes a quienes él había restituido el dinero, se agolparon en masa en torno al concesiona-rio de Jay Austin para defenderlo, exigieron despliegue nacional de la noticia en la cual ellos explicaban como Jay Austin, les había devuelto lo que había cobrado de más; y que era el úni-co que estaba haciendo esto; a falta de publicidad Jay Austin Motor tuvo el mayor despliegue publicitario que pudiera desear; no tenía que defender su causa, porque los mismos clientes satisfechos, salieron a defenderlo y los medios hicieron eco de esta importante noticia. “Pues así dice el Señor: pueden quitarle el prisionero al guerrero o la presa puede huir del poderoso, pero seré yo quien defienda tu causa, yo seré quien salve a tus hijos” (Isaías 49: 25, versión Reina Valera Contemporánea) (subrayado fuera de texto).  

Dios estaba honrando a un cristiano que lo había honrado (1 Samuel 2: 30), y puesto la hones-tidad, la regla de oro, y el trato con justicia como base de su negocio. La vida de Jay Austin cambio por completo, ahora él, su familia, su negocio y todo lo que tocaban estaban dirigidos por Dios; Jay podía decir, ahora “La senda del justo es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4: 18). 


La versión de la Biblia Traducción del Lenguaje Actual (TLA) vierte en Proverbios 16: 11 de la siguiente manera “Dios quiere que seas honrado en todos tus negocios.” No hay lugar para las estafas, para ofertar un producto con altos atributos y entregar productos deficientes, camuflándolos bajo el ropaje de una etiqueta. 


Al respecto, una escritora cristiana escribió: “Dios es muy escrupuloso en su deseo de que todos los que profesan servirle manifiesten la superioridad de los principios correctos. Cada seguidor de Cristo considerará todas sus transacciones comerciales como una parte de su religión, así como la oración constituye una parte de su relación…” (White, 1909).  

Dios quiere que seas honrado en tus negocios, incluye pago justo de salarios, ventas y comer-cio; pago de impuestos. Queda excluida la deshonestidad, porque el rédito que se obtiene de ella siempre trae nefastas consecuencias. 


El cristiano en este contexto se debe alejar de prácticas dudosas, cuestionables, que buscan tomar ventaja, usar atajos desleales y fraudulentos.  

Las costumbres del mundo no constituyen el criterio que debe seguir el cristiano. Este último no ha de imitar a aquel en sus prácticas injustas, en su codicia ni en sus extorsiones.


Todo acto injusto contra un semejante es una violación de la regla de oro, todo perjuicio causado a un hijo de Dios se hace contra Cristo mismo… toda tentativa de aprovecharse de la ignorancia, debilidad o desgracia de los demás, se registra como fraude en el libro mayor del cielo. El que teme verdaderamente a Dios preferirá trabajar de día y noche… antes que satisfacer un afán de ganancias que oprimiría a la viuda y a los huérfanos, o despojaría al extraño de su derecho. El menor desvío de la rectitud quebranta las barreras y prepara el corazón para cometer mayores injusticias. En la medida en que un hombre esté dispuesto a sacar ventaja para sí de las desventajas de otro, se vuelve su alma insensible a la influencia del espíritu de Dios. La ganancia obtenida a un costo tal es una terrible pérdida. (White, 1915). 


Dios a través del sabio Salomón nos dice: “Tus ojos miren lo recto, examina la senda de tus pies y todos tus caminos sean rectos, no te desvíes ni a la derecha, ni a la izquierda, aparta tu pie del mal” (Proverbios 4: 25-27).
  

“Cada transacción astuta, cada intento de obtener ventaja de una persona que se encuentra sometida a la presión de las circunstancias, cada plan para comprar su tierra o su propiedad por una suma inferior a su valor no serán aceptables a Dios” (White, 1894).  


4.4.1. Cuando alineamos nuestros negocios con Dios nos piden prestado y no pediremos prestado


“Bien la va al que presta con generosidad y maneja sus negocios con justicia” (Salmos 112: 5). 

Un cristiano en las manos de Dios no debería tener deudas tóxicas, es decir, esas deudas que ahogan al ser humano y no le generan apalancamiento. La Biblia dice:

Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra… Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da… Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado (Deuteronomio 28: 1, 8 y 12).


El cristiano preferiblemente no debería tener deudas, san Pablo dice “no debáis a nadie nada” (Romanos 13: 8). Sin embargo, no tener deudas no se refiere a no contraerlas puesto que prestar no es malo, sino que se refiere a no tener deudas impagas, deudas tóxicas que se hacen impagables por la forma como fueron contraídas, deudas con altos intereses de usura o para las cuales no se tiene capacidad de pago.


Prestar no es condenable, sino que sería deseable, no hallarse en la condición de tener que pedir prestado; no obstante, hay textos que sugieren que la Biblia no condena el crédito o el préstamo. Por ejemplo, en Salmos 112: 5, se menciona que el hombre de bien tiene mi-sericordia y presta; gobierna sus asuntos con juicio; sin embargo, en este caso, a él le piden prestado, que es lo deseable. Aun así, lo importante, es que prestar se cataloga como un acto de misericordia que no es malo para el que toma el préstamo y es una virtud (se le llama hombre de bien) para quien lo otorga. En realidad, el Señor Jesús dijo: “Al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses” (Mateo 5: 42).  

Prestar no es malo, puesto que la Biblia dice que aun Dios toma prestado, de las personas que le dan al pobre: “A Jehová presta el que da al pobre y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar” (Proverbios 19: 17). Pero es curioso, Dios toma prestado, de lo que él mismo nos provee; pero él lo restituye con creces. Además, es el dueño de todo, esto se lo recordó al patriarca Job, cuando le dijo: “A nadie soy deudor; cuanto hay bajo el cielo me pertenece” (Job 41: 11, NBD).

En cierta ocasión el profeta Eliseo acompañó a unos jóvenes a proveerse de madera para am-pliar los dormitorios de la Escuela de los Profetas; al cortar la madera el hacha que utilizaba uno de los jóvenes se ahogó (2 Reyes 6: 5) y la preocupación del joven no se refería a que prestar era malo, sino que se preocupaba porque ahora no podía devolver el hacha; la lección aquí es clara, prestar no es malo; lo malo es no devolver lo prestado. 


Previendo el riesgo en que se puede ver involucrado un cristiano, cuando toma un préstamo, la Biblia nos recuerda que el que pide prestado es siervo del que presta (Proverbios 22: 7). Dios puede con toda seguridad pedir prestado para ayudar a los pobres (Proverbios 19: 17), porque él tiene respaldo para no quedar mal, la Biblia dice que Él paga con altos intereses y dice: “mía es la plata el oro” (Hageo 2: 8). Él toma prestado no para sí mismo, pues no lo necesita, en Salmos 50: 12, dice: “Si yo tuviese hambre no te lo diría a ti, porque mío es el mundo y su plenitud”.  

Es muy ilustrativa la manera como estas versiones traducen el compromiso de Dios al pagar las deudas a quienes le prestan a él (al prestarle al pobre).  

Traducción en lenguaje actual (TLA). “Prestarle al pobre es como prestarle a Dios. ¡Y Dios siempre paga sus deudas!” (Proverbios 19: 17).  

Traducción de la Biblia Al Día dice: “Cuando le ayudas al pobre, a Dios le prestas; y Él paga admirables intereses sobre el préstamo” (Proverbios 19: 17).  

Dios es garantía de pagos con sus créditos, sin embargo, los seres humanos no, y cuando un negocio no está alineado con las leyes del Reino de Dios, y no tiene buena gerencia, se-guramente este negocio siempre va a estar pidiendo prestado, y va a prolongar sus deudas, las cuales se volverán permanentes; de esa manera, no se cumple el cometido de Dios para sus hijos; no debáis a nadie nada, es decir, paguen sus deudas; puesto que quien no paga sus deudas es un impío: “El impío toma prestado, y no paga; mas el justo tiene misericordia y da” (Salmo 37: 21).  

Es deseable no pedir prestado, aunque no es malo; sin embargo, si vamos a pedir prestado debemos tener en cuenta:

1.      Nuestra capacidad de pago para no quedar mal.

2.      La tasa de interés (costo del dinero) para saber si a futuro no nos van ahogar solo con los intereses.

3.        Firme propósito de pagar. Porque quien no lo hace es impío. 

¿Cuándo es aconsejable pedir prestado? Cuando, además de poseer la capacidad de pago, se puede usar el apalancamiento con el dinero que le prestan, de modo que, como en la historia de Jesús en San Lucas, se trabaja el dinero y se logra obtener el doble de ganancias lícitas o un aceptable porcentaje de ganancias licitas, con ello la persona devuelve lo que prestó y le quedan ganancias por los rendimientos.  

Se entiende por apalancamiento financiero, “la utilización de fondos obtenidos por préstamos a un costo fijo máximo, para maximizar utilidades netas de una empresa” (Durán, 2010); igualmente, según el impacto en los rendimientos financieros existen tres tipos de apalanca-miento:  

1)  “Apalancamiento financiero positivo: cuando la obtención de fondos proveniente de prés-tamos es productiva, es decir, cuando la tasa de rendimiento que se alcanza sobre los activos de la empresa, es mayor a la tasa de interés que se paga por los fondos obtenidos en los prés-tamos” (2010).

Indica que usted prestó un dinero al 3 % mensual para operar su empresa, pero su negocio le rindió por encima de esta cifra, tomemos el caso de un rendimiento del 10 %, lo cual le permite tener un margen de ganancia del 7 % mensual, usted puede usar ese margen como palanca para crecer. Eso se llama apalancamiento en todo el sentido de la palabra. Usted está utilizando el dinero de otro para generar rendimiento de sus activos y capitalizarse.


2)    “Apalancamiento financiero negativo: cuando la obtención de fondos provenientes de préstamos es improductiva, es decir, cuando la tasa de rendimiento que se alcanza sobre los activos de la empresa, es menor a la tasa de interés que se paga por los fondos obtenidos en los préstamos” (2010).


Expresado coloquialmente, significa que usted prestó un dinero al 3 % mensual para la opera-ción de su empresa; pero su negocio no le rindió por encima de esta cifra, lo cual indica que usted está perdiendo el tiempo y trabajando para el banco o para el prestamista.  


3)    “Apalancamiento financiero neutro: cuando la obtención de fondos provenientes de préstamos llega al punto de indiferencia, es decir, cuando la tasa de rendimiento que se al-canza sobre los activos de la empresa, es igual a la tasa de interés que se paga por los fondos obtenidos en los préstamos” (2010) 



4.5. Regla 5. Cautela para entrar en los negocios 



“Los planes hechos con cuidado traen prosperidad; los planes hechos de prisa traen ruina” (Proverbios 21: 5)

Salmos 112: 5 dice que los rectos además de lo que hacen, manejan “sus asuntos con juicio”; los cristianos no reemplazan el buen análisis y preparación con la creencia de que Dios supli-rá lo que ellos puedan hacer. La Biblia dice: “Mi Dios suplirá todo lo que os falte conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4: 19, versión reina Valera de 1960); pero el texto no dice que Dios hará por nosotros lo que nosotros podemos hacer; hará lo que falte, porque él no creó imberbes o escuálidos mentales para hacerles todo; él dice que nos creó “… un poco menor que los ángeles” (Salmos 8: 5); casi ángeles, es decir, seres eminentes, prominentes e inteligentes, por ello debemos mostrar ese juicio en lo que hacemos. Él mismo dice que da poder para hacer las riquezas (Deuteronomio 8: 18). 


El cristiano debe manejar sus negocios con juicio, con raciocinio para saber en qué negocios se mete. Porque san Pablo advierte a los creyentes: “Ninguno que milita se enreda en los ne-gocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2 Timoteo 2: 4). Algunos interpretan mal el pasaje, queriendo decir que los cristianos no deben entrar en negocios; pero es contrario al espíritu de la Biblia pensar eso, Pablo mismo tenía negocios: fabricaba casas, habitaciones, que en la época se llamaban tiendas. 


En el libro de Hechos 18: 3, dice que Pablo se asoció con Aquila y Priscila en un oficio, en-tiéndase negocio, de hacer tiendas; pero allí mismo dice en el versículo 4 y 5 que predicaba, y añade que estaba entregado enteramente a la predicación de la palabra (Hechos 18: 5). Pregunta, ¿con qué tiempo hacía tiendas? Una manera de explicarlo, es si lo entendemos con la tesis que sostiene este libro y es que, además de Pablo ir a las sinagogas, su negocio era un centro de testimonio y predicación de la palabra, y no solo el espacio, sino que hacía de su negocio mismo una evidencia de que él vivía para el Reino de Dios, haciendo negocios rectos, de esa manera estaba de lleno ocupado en estos asuntos, mientras hacía sus oficios trabajando en sus negocios (Hechos 20: 34), “porque recordáis, hermanos, nuestros trabajos y fatigas, cómo, trabajando de día y de noche para no ser carga a ninguno de vosotros, os proclamamos el evangelio de Dios”. (1 Tesalonicenses 2: 9). 

Por ello, cuando Pablo dice que ninguno se enreda en los negocios, no está diciendo que los cristianos no podemos hacerlos, sino que la palabra enredar, como anota Wayne Partain quiere decir, “prender con red, tender redes para cazar” (Militar… s. f.) (Véase 2 Pedro 2: 20). 

Lo que quiere decir el texto, es que se debe estar alineado con el Reino de Dios, de modo que los negocios temporales no nos enreden; cuando un negocio temporal enreda al cristiano (se ve en problemas) es porque no está aplicando las reglas del Reino de Dios. Es decir, no pone a Dios en primer lugar, no cifra sus esperanzas en Él sino en el dinero (no renuncia), sus negocios no están alineados con el Reino y entonces se enreda, es decir, aparece en negocios raros y en tratos de mundanos que desdicen del nombre del Dios que profesa.


4.6. Regla 6. Sé buen administrador de lo que te genera ingresos

“Considera atentamente el aspecto de tus ovejas; pon tu corazón a tus rebaños; porque las riquezas no son para siempre”. (Proverbios 27: 23-24).



En la economía hebrea, las ovejas constituían una de las fuentes principales de ingresos, por la lana y la leche, de la cual se preparaba mantequilla, queso y otros insumos para la cocina tradicional hebrea. Su cuidado se convertía en un arte especial que impactaba la dinámica económica de las familias. La ubicación estratégica de Israel en el medio oriente lo ponía en la ruta de los mercaderes que iban y venían de Persia, India y Egipto. En tal sentido, los pueblos judíos proveían de alimentos y refugio a los comerciantes de la época; aquí es donde adquiere importancia la oveja dentro de la economía hebrea, puesto que la lana y los vestidos que se fabricaban con ella, eran de gran estima para los exportadores e importadores de la an-tigüedad que, a manera de mercaderes, recorrían el antiguo medio oriente; ello, por supuesto, dejaba ingresos importantes a los hebreos. 


Por ello el sabio Salomón plantea con este ejemplo elementos fundamentales de adminis-tración de empresas: análisis, lectura del negocio y gerencia eficiente de los recursos, para mirar cómo se comporta, cuáles son las tendencias, qué ruta emprender y cómo mejorar y orientar las acciones. Esto lo expresó el sabio Salomón de la siguiente manera: “Conoce bien la condición de tus rebaños y presta atención a tu ganado” (Proverbios 27: 23, Biblia de las Américas, 1997). 


El descuido en los negocios es fuente de quiebra y fracaso económico; en algunos países como Colombia hay un dicho popular muy conocido “el que tiene tienda que la atienda”, lo cual implica que los negocios requieren vigilancia, análisis, monitoreo y atención perma-nente para saber conducirlos. La razón para este cuidado, la expone el sabio Salomón en el versículo 24 del capítulo 27 de Proverbios, Biblia de las Américas,1997: “porque las riquezas no son eternas, ni perdurará la corona por todas las generaciones”; en el versículo es claro que el fracaso y la quiebra acechan a los negocios, por lo tanto, es conveniente estar al tanto de las tendencias, de lo que pasa interna y externamente, que de alguna manera afecta el ritmo de nuestros negocios; “porque las riquezas no son eternas” (Proverbios 27:24, Biblia de las Américas) , se pueden evaporar, por la falta de cuidado y, finalmente, serán destruidas cuando este mundo no sea más.


Referente a ser cuidadoso en los negocios personales, la Biblia presenta uno de los conse-jos más poderosos, pues recomienda no ser fiador, entiéndase también codeudor; el sabio Salomón dice: “Con ansiedad será afligido el que sale por fiador de un extraño; más el que aborreciere las fianzas vivirá tranquilo (Proverbios 11: 15). Creo que muchos cristianos, entre los que me cuento, hemos vivido la pesadilla de haber sido fiador o codeudor de otras perso-nas y vernos obligados a pagar cuantiosas sumas de dineros a los bancos y a los abogados, porque no las pagaron los directos responsables; estas son decisiones que empobrecen; en un día tus recursos que has atesorado con tanto sacrificio y honestidad se pueden evaporar por una decisión de servir de fiador o codeudor a alguien que no cumplió con su deber; la instrucción bíblica es clara, “quien no sirve de fiador vive seguro” (Proverbios 11: 15, Biblia de las Américas). 

En la Biblia, Dios nos invita en repetidas ocasiones a ser prudentes y vigilar bien nuestros negocios, en el libro de Proverbios nos advierte “el simple todo lo cree, pero el avisado mira bien sus pasos” (Proverbios 14: 15). Lo anterior, nos recuerda la historia de lo que ocurrió con la Comercializadora DMG en Colombia y lo que pasó con Interbolsa. 


4.6.1. Caso DMG


DMG Grupo Holding S. A., una empresa creada por David Murcia Guzmán, a quien el Esta-do colombiano acusó de captación masiva e ilegal de dinero, en razón a que aplicaba prácti-cas dudosas en una comercializadora de bienes y servicios a través de tarjetas prepago y que revertía a sus clientes pagos por publicidad en un esquema de mercadeo multinivel.  

DMG fue un grupo empresarial con un modelo sencillo de negocios que con una promesa de rendimientos financieros muy atractiva se extendió por todo el país; abarcó muchas líneas de negocios, en los cuales la sencillez y el pragmatismo atraía diversos inversionistas; bien pronto se convirtió en una amenaza para el sector financiero en Colombia, a quienes les molestaba que DMG incursionara en todo tipo de negocios financiándolos sin que para los inversionistas fuera necesario apalancarse con los bancos; esta situación resultaba de por sí sospechosa, porque, como dicen en Colombia, de eso no dan tanto.  


Multitudes de personas se volcaron a invertir en DMG siguiendo el modelo de negocios de David Murcia Guzmán, que les permitía ser empresarios sin tanta parafernalia, acceder a un mundo de productos, servicios y esquemas de financiación desprovistos de complicaciones, en los cuales se tomaban atajos que la gente valoraba porque les hacía fácil incursionar en los negocios.


Era tanta la afluencia de público que lo de DMG ya parecía más una religión que un modelo de negocios; desde cristianos católicos, evangélicos y de todo orden incursionaban en él. Mientras eso pasaba, los grupos financieros del país entretejían sus argumentos en contra de DMG y pronto su estructura comenzó a tener problemas de logística para atender a tan gran-de cúmulo de personas; las dudas se incrementaron y las acusaciones emergieron con mayor mpetu. Cuando estalló el escándalo, se supo que detrás de DMG había una milimétrica es-tructura para hacer captación masiva de dinero, que a su vez se nutría de raudales de dinero provenientes de actividades de lavado de activos (Acusan…, 2014). Su propietario fue acu-sado por las autoridades colombianas y de Estados Unidos por lavado de activos, concierto para delinquir y captación masiva e ilegal de dinero. 


Todos los negocios del Grupo DMG fueron intervenidos por el Estado colombiano y el gran público de inversionistas —entre ellos diversas vertientes cristianas— perdieron su inver-sión, queda por saber si DMG, no tenía cómo devolver la inversión con los retornos que pro-metió y facturó uno de los más grandes engaños en Colombia, o si la intervención del Estado colombiano fue lo que truncó sus operaciones comerciales y financieras para entregar a los clientes lo que había prometido. Es un debate que tiene adeptos de ambos lados, la Justicia ha dicho que fue claro y evidente el fraude. Sin embargo, el núcleo de todo, es que la falta de jui-cio en los negocios hizo que muchos (entre ellos cristianos) perdieran su inversión financiada con los ahorros de toda la vida. Qué tan útil habría sido atender el consejo del libro sagrado “el simple todo lo cree, pero el avisado mira bien sus pasos” (Proverbios 14: 15). 



4.6.2. Caso Interbolsa



La historia de Interbolsa muestra cómo, aun cristianos, fueron enredados en la trama de un sofisticado negocio del cual los clientes solo conocen la superficie que les mostraban las ga-nancias prometidas por Interbolsa, pero desconocen el entramado de intereses personales que se tejían en la sombra de esta famosa comisionista de bolsa.


La historia comienza en el año 1989, cuando Rodrigo Jaramillo, siguiendo una tradición fa-miliar, compra una participación en la bolsa de Medellín, a Luis Carlos Mejía Gómez; aquí nace la empresa que se convertiría en Interbolsa. Comienza manejando inversiones familia-res y luego se une a Juan Carlos Ortiz, un cuestionado inversionista que había sido expulsado de la Bolsa de Bogotá. Afortunada o infortunadamente esto marcaría el comienzo de los éxitos financieros más grande de esta naciente empresa; la alianza utilizó con muchos réditos financieros, las famosas transacciones de posición propia, que son operaciones en las cuales se apuesta en el mercado de valores con los recursos de la compañía y se obtienen utilidades a partir de la compra y la venta de títulos que se hacen durante cada jornada.

Después, el gobierno reglamentó las transacciones de posición propia y el asunto dejó ser tan atractivo; sin embargo, para entonces ya Interbolsa era un gigante del mercado bursátil en Colombia, que llegó a manejar más del 30 % del mercado accionario.


Esta empresa se expandió en Colombia y América Latina, entre otros países, en los cuales buscó ubicar inversiones en paraísos fiscales. Pero en Colombia había ganado alta credibi-lidad de mercado, al punto que muchas personas no se tomaron la molestia de investigar a fondo las entramados y oscuras telarañas que habían tendido los siniestros operadores de Interbolsa.


Fue así como atrajo a más de 1260 inversionistas de diversa índole, que invirtieron a través de la comisionista. En su expansión, llama la atención de inversionistas cristianos, religiosas que apostaron su dinero en Interbolsa. Entre estas se mencionan: 


      Hermanas de la Madre Laura de Bogotá, con 123 000 dólares

      Monasterio de Monjas Carmelitas Descalzas, con 45 000 dólares;

      Comunidad de Hermanas de la Caridad Dominicas, con 281 000 dólares.

       Congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, con 475 000 dólares

Estas personas cristianas de estas congregaciones olvidaron el proverbio bíblico, “el simple todo lo cree, pero el avisado mira bien sus pasos”, una vez que Interbolsa había dejado de obtener sus jugosas ganancias por las operaciones de posición propia, mudó su estrategia a riesgosas operaciones financieras para mantener su liquidez en procura de cubrir el faltante de dinero que invertía en diversos portafolios dudosos y riesgosos.

Los repos, consisten en la compra y venta de títulos valores para obtener liquidez y, de la mano de Víctor Maldonado, Interbolsa aprendió a hacerlo bien, tanto que para el año 2011 hicieron operaciones con Fabricato por 1,6 billones de pesos. 

De acuerdo con los investigadores de la Fiscalía, se cree que los operadores de Interbol-sa concertaron una sofisticada operación de repos con acciones de Fabricato. La estrategia consistía en que Interbolsa haría una apuesta muy fuerte por Fabricato, sobre la base de que el precio de la acción de la textilera iba a aumentar significativamente. En un principio eso sucedió y la acción pasó de 30 a casi 90 pesos. 


El problema emergió cuando el mercado (grupo de clientes avisados) comenzó a desconfiar de que esta empresa realmente valiera eso. Las operaciones repo son muy complejas y en su análisis se involucran muchas variables, que dependen básicamente de la credibilidad que los inversionistas le asignen a la evolución del precio; si inician a creer que está inflado arti-ficialmente, se bloquea la circulación del título y todo lo estructurado en torno a la operación repo se desploma. Los inversionistas comienzan a pedir su dinero y ante la dificultad para ser devuelto, no queda alternativa que la intervención estatal.


Esta historia, en la cual muchos cristianos y organizaciones de cristianos perdieron sus aho-rros e inversiones muestra con gran acierto la necesidad de ser diligente en cuidar aquello que nos genera ingresos. Hay que hacer lectura de las tendencias y evolución del mercado. Porque el peligro financiero acecha a la puerta de nuestra casa o empresa, y en esto, el “sim-ple todo lo cree, pero el avisado mira bien sus pasos”. Lo anterior, no indica que debe haber una aversión a invertir en acciones y otros papeles de rentas variables y fijas; sino que debe existir un juicioso examen para poder invertir el dinero.


4.7. Regla 7. CUMPLIMIENTO DE PROMESAS


“El Señor ha ordenado que cuando un hombre haga un voto al Señor, o bajo juramento haga un compromiso, no deberá faltar a su palabra sino que cumplirá con todo lo prometido” (Números 30: 1-2, NVI)


Las amargas experiencias humanas por incumplimiento en los negocios, son viva evidencia de lo importante que es cumplir lo que se promete en el mundo de los negocios.

Dios se toma muy en serio sus promesas, y lo que Él promete lo cumple. La Biblia dice que Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta (Números 23: 19); y al dirigir los negocios de su Reino se asegura en cumplir sus promesas. Todas las promesas de Dios se cumplen, sin embargo, como este libro no puede abordarlas todas, se enunciarán algunas de ellas:

      Dios prometió que su hijo como salvador vendría a morar con los seres humanos (Isaías 7: 14) y venido el tiempo cumplió su promesa (San Mateo 1: 23).

      Dios prometió a Salomón que le daría riquezas y efectivamente llegó a ser el sabio más rico y el rico más sabio que ha habitado este planeta (1 Reyes 3: 11-13, 1 Reyes 10: 14-29).

      Dios le dijo a Salomón que su Reino sería roto, pero no en sus días, sino en los días de su hijo (1 Reyes 11: 11-13), y así se cumplió en los días de Roboam, su hijo (1 Reyes 12: 15-21).

      Dios le prometió a Abraham un hijo (Génesis 17: 1-19), y lo cumplió efectivamente

(Génesis 21: 1-5)

      Refiriéndose a la seriedad de Dios al cumplir lo que promete, el apóstol san Pablo comenta: “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios” (1 Corintios 1:20, Reina Valera de 1960).

La Biblia se toma muy en serio las promesas o los compromisos puesto que se trata de la base de la relación de los negocios del Reino de Dios y de los de este mundo.

Por ello, en la antigüedad los compromisos eran refrendados con pactos, pacto de Dios con Abraham, Isaac y Jacob, pero también pacto de Dios con Israel como pueblo (Éxodo 24: 6-8) (Deuteronomio 11: 8-32); pero también se registran pactos civiles, pactos de negocios como los firmados entre Salomón e Hiram (1 Reyes 5: 1-12).

Los pactos son relaciones de confianza, por eso Dios dice que la fe es esencial para la salva-ción, porque con ella es como mostramos nuestra confianza en que Dios cumplirá su prome-sa; sino tenemos fe, es como si dijéramos que Él no es digno de confianza; por tal razón, la Biblia menciona que “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11: 6).

En la Biblia, el asunto de cumplir las promesas y compromisos es tratado con mucha signi-ficancia, a tal punto que Moisés recibió las siguientes instrucciones: “El Señor ha ordenado que cuando un hombre haga un voto al Señor, o bajo juramento haga un compromiso, no deberá faltar a su palabra sino que cumplirá con todo lo prometido” (Números 30: 1-2, NVI).

La degradación moral es una seria amenaza para los negocios del Reino de Dios y los que se realizan en este mundo; puesto que torna al ser humano proclive a incumplir sus compro-misos. Esta es una sociedad en la cual reinan las promesas rotas, los incumplimientos parece que fueran normales. Políticos que prometen carro, casa y beca, y no entregan ni lo uno ni lo otro. Empresas que dan a conocer su promesa de valor y solo entregan productos y servicios defectuosos; personas que prometen cumplir y no cumplen; alumnos que juran respetar los reglamentos de instituciones educativas y cuando son admitidos demandan o critican los reglamentos porque no se ajustan a sus caprichos; presidentes, ministros, altos dignatarios que juran respetar la Constitución y la ley y después despilfarran el dinero de la salud de los pobres que la Constitución manda proteger. De ese modo, continua la larga cadena de incumplimientos; médicos que juran aplicar la ética en su desempeño de salud (un asunto tan delicado) pero después se venden a las empresas de salud, que les exigen recetar solo algunos medicamentos y prescribir limitados exámenes de laboratorios. Gerentes que al posesionarse juran respetar la constitución, la ley y los reglamentos y después hasta intentan cambiarlos para no cumplir lo prometido; centros de formación que muestran una promesa de valor para sus egresados pero al terminar los estudios los estudiantes no se han transformado en los pro-fesionales de primer nivel en que prometieron convertirlos; empresas de turismo, agencias de viajes y demás que prometen el paraíso como destino, pero sus clientes pronto se dan cuenta que es verdad la historia bíblica, que el paraíso ya no está en este mundo.


Una sociedad francamente en decadencia, ya casi nada se le cree a nadie, a menos que haya una póliza de seguro de por medio; las compañías de seguros han aumentado significativa-mente sus ingresos,1 el sector en los últimos años se ha mantenido en crecimiento, por ejem-plo, la Calificadora FitchRatings (2014) planteó que el crecimiento del sector asegurador para el año 2014, en Colombia, se ubicaría entre el 12 % y el 14 % (Fitchratings, 2014).

Esto sin duda se explica por el sucesivo incumplimiento de promesas y compromisos que ha extendido la idea de que ya nadie es garantía; casi todos incumplen sus promesas o compro-misos o tienen alto riesgo de hacerlo. El descaro y el engaño han llegado a tal nivel, que hoy día hay funerarias que prometen mejores vecinos en el más allá y existencia placentera para quien use sus servicios después de muerto.


No es extraño que aparezcan vendedores de ilusiones, después de todo, si lo que se prometió no se va a cumplir, pues da lo mismo vender aparentes realidades que verdaderas ilusiones. 

El escritor Héctor Fabio Flores (2010), en el sitio De10.com.mx, presenta la historia de gran-des farsantes, mundialmente reconocidos, “cuyas fechorías han trascendido el paso de los años”. Fueron seleccionados por los sitios de Internet2spare.com y Menxp.com, así como por la versión electrónica de la revista Time como grandes embusteros”. Veamos sus historias:

1- La compañía MAPRE, aumentó sus ingresos significativamente durante los años 2010-2011, ver http:// www.mapfre.com/mapfreasistencia/es/siam/n34/pag1.html

Victor Lustig. Originario de la República Checa, entre sus múltiples estafas se cuentan la venta de la torre Eiffel y un engaño que le realizó al mítico mafioso Al Capone. En 1925, reunió a seis industriales metalúrgicos en la torre Eiffel de París y les planteó los beneficios de comprarla, presentándose como un oficial del gobierno francés.

Con base en grandes atenciones y el argumento real de que el mantenimiento de la torre le estaba costando demasiado a la ciudad, Lustig convenció a los industriales de pujar por el monumento en una subasta privada. André Poisson ganó el remate y le entregó a Lustig un portafolios llenó de dinero. El embaucador huyó a Viena y más tarde a Estados Unidos.

En el continente americano, Lustig le propuso a Al Capone un negocio millonario, que reque-ría de una inversión inicial de 40 mil dólares. Capone le entregó la suma y el estafador tuvo guardados los billetes durante dos meses en una caja fuerte. Al cabo de ese periodo, regresó el dinero a Capone y le explicó que el negocio había “fallado”. En agradecimiento a la devolu-ción, el jefe de la mafia le regaló a Lustig 5 mil dólares.

Frank Abagnale Jr. Antes de cumplir 20 años se convirtió en uno de los delincuentes más bus-cados por la policía estadounidense; había cometido fraudes con ganancias de 2,5 millones de dólares en 26 países diferentes. En particular, se especializó en la falsificación de cheques e identificaciones. Fingió ser abogado, médico, aviador y agente del servicio secreto estadouni-dense.

Tras numerosos intentos fallidos, fue capturado en París, Francia, y deportado años más tarde a su país natal, Estados Unidos, donde cumplía una larga condena hasta que fue liberado por el gobierno a condición de que él colaborara en la lucha contra el fraude. Se hizo millonario al instalar su propia consultora en la detección de fraudes económicos. Su historia inspiró el filme Atrápame si puedes (2002) de Steven Spielberg.

Christophe Thierry Rocancourt. De nacionalidad francesa, se estima que ganó 40 millones dólares con sus estafas. Una de las primeras fue vender una propiedad que no le pertenecía por el equivalente a 1,4 millones de dólares. En Estados Unidos, sus engaños le hicieron pa-sar por familiar de Oscar de la Renta, de Sophia Loren y de Dino de Laurentiis.

En Canadá, escribió un libro en que relato muchos de sus engaños, con lo que dejó en ridí-culo a casi todas sus víctimas. Poco después fue capturado y extraditado a Estados Unidos, donde cumple una condena por al menos once cargos: fraude, soborno, robo a gran escala, contrabando y demás.

Ferdinand Demara. De nacionalidad estadounidense, huyó de su casa muy pequeño y pasó su juventud entre monasterios y la marina. Tras ser acusado de desertor y encarcelado un par de años, huyó a Canadá. Ahí, conoció a un médico, quien le entregó sus documentos para le ayudara a obtener la licencia de cirujano en Estados Unidos.

Con esos papeles, Demara se enroló en la marina canadiense y comenzó a ejercer la medicina sin tener conocimientos suficientes. Pese a ello, sobresalió en esa labor. Alguna vez extrajo una bala alojada en una región vecina al corazón de un soldado; otra más, operó exitosa-mente a varios marinos.

Sus logros fueron de tal magnitud que apareció en revistas especializadas. Así fue como el doctor que estaba usurpando lo descubrió y delató. Demara, entonces, comenzó a huir. A lo largo de su vida, fingió ser: abogado, ingeniero civil, monje, profesor, psicólogo, alguacil e investigador de cáncer, entre otros.

David Hampton. Imposibilitado para ganar reconocimiento como artista, este estadounidense se hizo pasar por el hijo del reconocido actor Sidney Poitier. De esa forma, obtuvo acceso a los establecimientos más exclusivos de la farándula estadounidense.

Embaucó a docenas de personas al pedirles dinero o alojamiento aduciendo que había perdido un vuelo y sus maletas. Melanie Griffith y Calvin Klein se cuentan entre sus víctimas. Fue capturado en 1983, posteriormente murió. Inspiró la obra de teatro y película Seis grados de separación (Flores 2010). 


En medio de este panorama de incumplimiento y desconfianzas que ha corroído las bases de la sociedad para hacer negocios, los cristianos estamos llamados a ser “… reparadores de portillos, restauradores de calzada…” (Isaías 58: 12, Reina Valera Gómez). La confianza debe retornar a las relaciones entre Dios y nosotros, y entre nosotros y nuestros semejantes, de eso se trata la ley de Dios, de tener excelentes relaciones con Dios y con nuestros seme-jantes, y para eso es necesario cumplir con lo que se promete. Es la base de los negocios del Reino de Dios y los que se realizan para este mundo. 


Frente a esta situación, la Biblia nos recomienda: “es mejor que no hagas votos, a que hagas votos y no los cumplas”. (Eclesiastés 5: 5). “Cuando haces un voto a Dios, no tardes en cum-plirlo, porque Él no se deleita en los necios. El voto que haces, cúmplelo” (Eclesiastés 5: 4). Es pertinente aclarar que voto se refiere a promesas a compromisos; decisiones tomadas en la cual se empeñó la palabra.


4.8. Regla 8. Planeación: Los negocios deben ser planeados y puestos en las manos de Dios 


“Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo, y en la multitud de consejeros hay sabidu-ría”. (Proverbios 11: 14).

Dios que lo sabe todo y es todopoderoso, también todo lo planea. La creación del mundo es un acto amoroso y maravillosamente planeado, la secuencia que sigue la creación, en la cual los seres son creados después que hay condiciones para su existencia, da muestra que el azar no está en las acciones de Dios; todo se planea. De hecho, Dios planeaba las estrategias de batallas de Israel (2 Samuel 5: 17-25). 

Por ello, la evolución donde casi todo sucede al azar es contraria al espíritu del relato bíblico, y contraria a la confianza en Dios, a su manera de actuar, según la Biblia; la cual señala que el Universo fue planeado, por ello los cristianos creemos en el diseño inteligente, porque Dios es un ser que planea; cuando un cristiano no lo hace, está yendo en contra de los criterios bíblicos para conducir su vida. 


De hecho, la profecía es una forma de planeación; Dios define lo que hará y lo comunica a los seres humanos a través de mensajeros llamados profetas. Dios planea todo lo que hace: cuando los israelitas iban a construir el templo, se tomó el tiempo de elaborar un modelo y les dijo: “Hazlo todo conforme al modelo que te fue mostrado en el monte” (Éxodo 25: 40, versión BLPH).


El mismo Jesús habló de la planeación en los negocios, en cierta oportunidad ante una mul-titud de seguidores, en una cátedra de discipulado comentó: “¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos (esto es planear), para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: este comenzó a edificar y no pudo terminar” (San Lucas 14: 28-30, RVR 1995). 


Jesús advierte contra la improvisación en los asuntos cotidianos de la vida, dentro de los cuales caben los negocios. Construir un edificio es una empresa que demanda planeación, y Jesús lo sabía, cualquier detalle que no sea debidamente analizado puede echar a perder la construcción. Por ello, Dios planeó el modelo del Santuario, lugar de adoración y no solo pre-vió los insumos, materiales y mano de obra de la construcción, sino los recursos requeridos para financiar el proyecto (Éxodo 25: 1-9). 


El arca de Noé como fase preparatoria para el diluvio universal (Génesis 7) es de los mejores ejemplos de planeación en la Biblia. Todo es previsto, la madera, las medidas, los insumos, el ingreso de los animales, aún la ferocidad de las tormentas de agua que golpearían el barco; nada es dejado al azar. Planear es un distintivo de los negocios del Reino y los temporales, en los cuales Dios tiene interés porque pueden contribuir con ellos.


4.9. Regla 9. Cuando negocie, evite la avaricia 


El sentido de la vida, no depende de los negocios o la riqueza.


En la actualidad muchas personas van tras la ambición del dinero sin otra consideración que su egoísmos enfermizo, en vez del dinero ser un medio para lograr fines superiores, éste se convierte en un fín en sí mismo. Esto conlleva a la pérdida del sentido real de la vida; en los próximos textos abordaremos este asunto desde una perspectiva bíblica.

“Les decía guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundan-cia de los bienes que posee”. (San Lucas 12: 15)



La avaricia es un defecto muy peligroso para los negocios. Una apreciación desprevenida pareciera indicar que se trata de uno de tantos consejos que Jesús daba a sus seguidores, sin embargo, al buscar el trasfondo bíblico de la avaricia, se observa que es un defecto fuerte-mente temido en la Biblia; se presenta como algo que se debe evitar a toda costa, tanto que algunas versiones bíblicas vierten el texto de la siguiente manera: “También les dijo: Estén atentos y cuídense de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes” (San Lucas 12: 15, Biblia de los Hispanos). 


La avaricia es un defecto que requiere de mucho cuidado pues su final es desastroso. Esto dicen los textos bíblicos:  

Proverbios 28: 22, dice: “Se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir pobre-za”.

Jeremías 8: 10, dice: “Por tanto, daré a otros sus mujeres, y sus campos a quienes los conquis-ten; porque desde el más pequeño hasta el más grande cada uno sigue la avaricia…”. 

2 Pedro 2: 3, dice: “y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas, sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme”. 

La avaricia contiene un efecto destructor en los negocios, porque hace que los seres humanos cifren sus esperanzas en las riquezas y los impele a conseguirla a como dé lugar, aun pasando por encima de normas elementales de consideración al prójimo; por ello, Jeremías en sus días tuvo que decirles a algunos avariciosos lo siguiente: “Mas tus ojos y tu corazón no son sino para tu avaricia, y para derramar sangre inocente, y para opresión y para hacer agravio” (Jeremías 22: 17).  

La avaricia produce obsesión por el dinero y con ello se obnubila la mente del ser humano, quien no advierte el peligro a donde lo conduce su conducta obsesiva, con la cual desea aca-parar la mayor cantidad de dinero; y en este comportamiento obcecado, necio y errabundo arrastra todo su proyecto de vida, como dice el profeta: “el corazón de ellos anda en pos de su avaricia” (Ezequiel 33: 31). 

Una de las razones por lo que la avaricia debe estar excluida de los negocios temporales, es porque de acuerdo con 1 Corintios 6: 9, 10 y Efesios 5: 5, los que practican la avaricia no tienen heredad en los negocios del Reino eterno. Es decir, pierden rápido esta vida y no tendrán parte en la heredad eterna, su porción son ellos mismos, no tienen heredad con Dios, porque se amaron a sí mismos y para eso amaron el dinero y lo pusieron en el lugar de Dios y la Biblia asegura que eso es idolatría (1 Corintios 6: 9, 10 y Efesios 5: 5), y una violación al primer mandamiento “No tendrán dioses ajenos delante de mi” (Éxodo 20: 3). Semejante acción viola la regla de la alineación: los negocios temporales deben estar alineados con los negocios eternos.


4.10. Regla 10. La ley de la siembra y la cosecha 


“Porque viento sembraron y tempestades recogerán” (Oseas 8: 7, La Biblia de las Américas © 1997 Lockman)

Tanto en los negocios temporales como en los negocios eternos, los efectos siguen a las cau-sas, como la cosecha sigue a la siembra. El apóstol Pablo en la Biblia dice: “No os engañéis Dios no puede ser burlado, todo lo que el hombre sembrare esto también segará” (Gálatas 6: 7). Algunas veces, la cosecha se demora más; por ello, las personas cuando no son sorprendi-das en sus acciones deshonestas se vanaglorian pensando que los resultados de sus acciones no les alcanzarán, sin embargo, es solo cuestión de tiempo para que el reloj marque el punto en el cual los frutos comiencen a aflorar, entonces la cosecha será evidente. En tal sentido, el escritor bíblico nos advierte: “No se dejen engañar, de Dios nadie se burla” (Gálatas 6: 7, Nueva Biblia de los Hispanos, 2005). “Tarde o temprano el malo será castigado” (Proverbios 11:   21). “Porque viento sembraron y tempestades recogerán”. (Oseas 8: 7, La Biblia de las Américas © 1997 Lockman).

Caso: reportaje Enron

El caso de Enron es emblemático y refleja el cumplimiento inexorable de la ley de la siembra y la cosecha. Este es el reportaje publicado en la enciclopedia virtual Wikipedia.

Enron Corporation fue una empresa de energía con sede en Houston, Texas que empleaba a más de 21 000 personas hacia mediados de 2001.

Enron se constituyó en 1985 por la fusión de las empresas Houston Natural Gas e InterNorth. Kenneth Lay, presidente de la ex Houston Natural Gas y luego presidente de Enron, dirigió a la compañía casi desde su creación hasta poco tiempo antes de su estrepitosa caída. La empresa originalmente se dedicaba a la administración de gasoductos dentro de los Estados Unidos, aunque luego expandió sus operaciones como intermediario de los contratos de futuros y derivados del gas natural y al desarrollo, construcción y operación de gasoductos y plantas de energía, por todo el mundo, convirtiéndose rápidamente en una empresa de renom-bre internacional.

Enron creció exponencialmente en su área original y se introdujo en otros rubros como la trasmisión de energía eléctrica previendo su posible des-regulación como había ocurrido en el caso del gas. La empresa también desarrolló nuevos mercados en el área de las comunica-ciones, manejo de riesgos y seguros en general. En su momento la revista Fortune la designó como la empresa más innovadora de los Estados Unidos durante cinco años consecutivos, entre 1996 y 2000. Además apareció en la lista de los 100 mejores empleadores de dicha re-vista en 2000, y era admirada por la grandilocuencia de sus instalaciones entre los ejecutivos de empresas.

Sin embargo, la reputación de esta empresa comenzó a decaer debido a los insistentes rumo-res de pago de sobornos y tráfico de influencias para obtener contratos en América Central, América del Sur, África, las Filipinas y la India. El escándalo más resonante estuvo vinculado al Contrato que tenía Enron con la empresa de energía Maharashtra State Electricity Board.

Simultáneamente, una serie de técnicas contables fraudulentas, avaladas por su empresa au-ditora, la entonces prestigiosa firma Arthur Andersen[58], permitieron crear el mayor fraude empresarial conocido hasta ese entonces.

En agosto de 2000 la empresa alcanzó su cenit, logrando una cotización de $ 90.56 dólares por cada acción. Sin embargo, una vez iniciado el año 2001, las acciones de la empresa en Wall Street comenzaron a caer rápidamente de 85 a 30 dólares, cuando surgieron rumores de que las ganancias de Enron eran el resultado de negocios con sus propias subsidiarias, una práctica que le permitía “maquillar” las gigantescas pérdidas que había sufrido en los últimos años. Cuando se hizo público el escándalo sobre el uso de prácticas irregulares de contabili-dad, Enron se vino abajo y llegó al borde de la bancarrota hacia mediados de noviembre de 2001. Desde allí, la palabra “Enron” se convirtió, para la cultura popular, en un sinónimo del fraude empresarial planificado.

Enron solicitó protección por bancarrota en Europa el 30 de noviembre y en los Estados Uni-dos el 2 de diciembre de 2001. (“Enron”, s. f.)


El sabio Salomón dijo: “Si perversión... vieres en la provincia no te maravilles, porque sobre lo alto, vigila uno más alto y otro más alto (Dios) está sobre ellos” (texto en paréntesis fuera de texto) (Reina Valera Gómez ©, 2010). Un grupo de personas creyó engañar a casi todo un país y a una gran parte del mundo; pero uno más alto vigilaba sobre ellos y ese (Dios) no podía ser burlado; de esa manera Enron entró en bancarrota. Era solo cuestión de tiempo.

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